IMÁGENES CELESTIALES

Mientras escribía un post anterior en el que analizaba la pertinencia o no de que se autorizara la estatua de la Virgen en el Buceo había empezado a considerar mi preocupación sobre la estética de la estatua, dando por supuesto que, tal como ocurre generalmente  y, salvo notables excepciones de algunas obras de arte, este tipo de íconos (llámese santos, vírgenes, angelitos o Cristos) son bastante feos y de un mal gusto terrible. Dada la extensión del post, y el hecho de que cuando vi la imagen de la estatua en cuestión me pareció bastante bonita, decidí dejar el tema, para retomarlo en un post posterior  y en términos más generales donde pudiera hacer alguna reflexión sobre la imaginería religiosa y los vínculos que tenemos con ella. Me centraré más que nada en la Iglesia Católica, no porque esté ensañado con ella, sino porque ni los judíos, ni los musulmanes ni los protestantes cultivan el uso de imágenes.  Bueno, también las imágenes de la Diosa del Mar de los ritos afroumbandistas no son de la estética más depurada, que digamos.

En el mejor de los casos la mayoría de estas estatuas e imágenes que nos ofrecen los católicos son representaciones totalmente kitsch y andróginas de seres aparentemente bendecidos con la voluntad divina. A vía de ejemplo tenemos nuestro San Antonio en el Cerro de Piriápolis del mismo nombre sosteniendo primorosamente un angelito, o la estatua de un San Cono con los brazos generosamente abiertos hacia el cielo y con todos los querubines danzándole a sus pies.

Hay algunos, como por ejemplo San Pancracio, de aspecto sexual indefinido, lo cual es muy curioso en una religión que siempre ha intentado mantener en claro que Dios solo creó dos sexos bien diferenciados y que es un pecado muy grande tratar de pasarse de uno al otro.

Pero también los hay de los otros: imágenes terroríficas de seres sufrientes o de muertos envueltos en sangre, con clavos o instrumentos de tortura incrustados en su cuerpo, imágenes en las cuales muchas veces no se escatiman detalles. Los padres normalmente llevan a sus niños a las iglesias y no suelen tener reparos en que los pequeños presencien este despliegue de necrofilia militante, aunque seguramente en sus casas les prohíban ver películas de terror o de sexo.   ¿Alguna vez se han puesto a pensar lo que puede sentir un niño de 4 o 5 años cuando lo meten en la oscuridad lúgubre de una iglesia a observar estas patéticas imágenes? Y sinceramente creo que muchas de estas imágenes, que en las iglesias están en “vivo y en directo”, en un ambiente, además de poca iluminación, asustan bastante más que ver a Drácula en un televisor clavándole los colmillos a una pálida dama. ¿Qué pensaría la Iglesia Católica, tan afecta a aplicar la censura en películas y libros con contenido pecaminoso si al Ministerio de Cultura de algún país se le diera por prohibir la entrada de niños a las iglesias que exhiben estas obscenidades, de forma que los pequeños no estén expuestos a estas imágenes aterrorizantes? En lo que a mí respecta recuerdo haberme sentido muy asustado las pocas veces en que – de niño – me llevaron a alguna iglesia. Mucho antes, por supuesto, de que tuviera idea de lo que significaban todas estas cosas.

Otro aspecto de las imágenes vinculados a los  ritos del catolicismo es el culto a la personalidad. Mucha gente que ha visitado el Vaticano – y   que no la ha visitado también – queda impresionada e indignada por la acumulación de riquezas allí existente. Pero hay otras cosas en las cuales el normal de los mortales no repara y son tremendamente molestas: esas gigantescas estatuas representando a los Papas; algunas de ellas son un despliegue grosero de megalomanía. Allí los papas son representados en poses dominantes, siempre en lo alto y con alguien abajo con cara de embelesamiento admirándolo o protegiéndolo obsecuentemente. Son poses más propias de dictadores omnipotentes o de estrellas de rock vanidosas que de representantes del Jesucristo que pregonaba la humildad, al cual superan largamente en tamaño y presencia de sus representaciones.

Una de las imágenes más famosas de la iconografía religiosa del catolicismo es la de la Virgen de Guadalupe. Según cuenta la tradición la Virgen se le apareció a un indígena mexicano llamado Juan Diego en el año 1531 y le pidió que le dijera al Obispo que levantara un templo en su honor en el Cerro Tepeyac. El Obispo no le creyó y le pidió que le diera una prueba. Entre las pruebas que le dio la Virgen fue que en una especie de toga que llevaba el indio apareció mágicamente impresa la imagen de ésta. El culto a la Virgen de Guadalupe es el más importante que existe en México y es considerado un símbolo de identidad nacional. Según dicen, en los ojos de la imagen que dejó la Virgen se puede observar unas figuras diminutas que corresponden a la figura de Juan Diego y de otros personajes participantes en la historia.  Además parece que si se le acerca una luz las pupilas dibujadas éstas se dilatan. El famoso manto se encuentra en exhibición en la Nueva Basílica de Guadalupe en Ciudad de México. Lo interesante es que se encuentra instalado a una considerable altura, por lo cual nadie puede ver los milagrosos detalles. Y por si esto fuera poco, para ver el manto no se puede transitar libremente, sino que hay que hacerlo a través de una cinta transportadora, como la de los aeropuertos. No sea cosa que a algún curioso de más se le dé por pararse un rato a observar con atención y encuentre en la figura algún detalle que le haga pensar que se trata de un fraude.

Pero volviendo a la Virgen, luego del intento frustrado de la Iglesia de colocar su estatua en la Rambla frente al Puerto del Buceo, parece que algunos van por la revancha. El Diario El Observador publica un artículo utilizando como llamador el viejo título de poner un titular con sujeto omitido: “Proponen alternativas para que la imagen de la virgen vea la luz”. Al no poner en el titular quiénes son los que proponen las alternativas uno piensa que se trata de alguna iniciativa importante, con cierto consenso, de alguna autoridad o de alguien que intenta mediar en el asunto. Si el titular fuera “un grupo de fieles propone…..” el mismo no operaría como llamador y tampoco dejaría en la mente de los lectores perezosos que no se adentran en el cuerpo del artículo la idea de que es una iniciativa importante. Y en realidad lo que uno infiere de esta forma de redactar es que lo que está poniendo el diario es – más allá que la propuesta venga de otros – lo que sus redactores también sugieren que hagan. En realidad se trata de una serie de propuestas que llegaron a la web de la Iglesia Católica por parte de sus fieles. Una de estas propuestas consiste en pedirle a la Junta Departamental de Montevideo que, en el lugar que pensaban instalar la estatua, los dejen poner un bloque de piedra liso.

En un video alusivo, la artista Agó Páez recuerda una anécdota de Miguel Ángel, en la que el artista aseguraba que cuando esculpió La Pietá, lo que hizo fue sacar lo que sobraba del bloque de mármol, porque la imagen estaba dentro. De la misma manera, en la piedra que se propone instalar en la rambla, estaría la imagen de la virgen, «hasta que sus carceleros, enemigos de la libertad y de la auténtica laicidad, decidan permitir a una artista, liberar al bloque de ‘lo que sobra’ y dejarla a la vista de todos», dice el mensaje que recibió la Iglesia. http://www.elobservador.com.uy/proponen-alternativas-que-la-imagen-la-virgen-vea-la-luz-n1078458

¿Ustedes se imaginan? Si en la Junta  los “carceleros enemigos de la libertad y de la auténtica laicidad” no les autorizaron la estatua, menos les van a autorizar un bloque de piedra  concebido como un símbolo de protesta. Por otra parte resultaría muy curioso ver a los fervorosos católicos rindiéndole culto a una piedra, como si fuera el monolito de 2001, Odisea del Espacio. En ese caso los católicos uruguayos tendrían una piedra sagrada a la cual adorar,  tal cual tienen los musulmanes (la Piedra Negra, una reliquia que según su creencia constituye una piedra del paraíso de los tiempos de Adán y Eva. ) Y aquí me viene un recuerdo relacionado con esta piedra sagrada que se remonta al liceo y que muestra cómo muchas veces la religión dominante dentro de una sociedad se cuela sutilmente en los libros de historia, perforando la laicidad. Unos de los textos que se utilizaban para estudiar Historia en aquella época eran los de Schurmann y Coolighan, dos autores que profesaban la fe católica. Contaba mi profesor de historia que una vez se había enojado con Coolighan, a quien conocía personalmente, y le había increpado el hecho de que en un libro destinado a la enseñanza liceal los autores anotaran entre paréntesis, al hablar de la Piedra Negra de los musulmanes, la aclaración: “probablemente un meteorito”,  pero que, cuando contaron la historia de Jesucristo y al hacer referencia a la creencia cristiana de que éste había sido engendrado por Dios en la Virgen María no hiciera algo similar y aclarara entre paréntesis: “probablemente José”. Escribiendo este artículo me vino a la mente ese recuerdo de este muy buen profesor que tenía toda la razón del mundo en lo que decía.

Y para terminar con este tema de las imágenes algo que se dio hace unos meses en España.  En La Coruña se celebra un Carnaval que se llama Entroido y para la celebración de este año se confeccionaron una serie de afiches con algunos de los disfraces más habituales. Uno de ello personificaba un sacerdote con el cáliz en la mano y la nariz roja como si hubiera bebido en demasía.  El dibujo resulta bastante simpático y va en línea con lo que son los habituales disfraces que se utilizan en esta festividad.  Sin embargo, un grupo de señoras denominadas “Viudas de Lugo” se indignaron, lo  tomaron como un ataque al Papa Francisco e hicieron una denuncia penal contra el Concejal de cultura de Lugo. Pero lo más increíble de todo es que el juzgado al que se presentó la denuncia hizo lugar a ésta y lo imputó para que declare como investigado.  http://www.laopinioncoruna.es/coruna/2017/03/24/juzgado-investiga-edil-cultura-cartel/1164994.html . No sé como terminó la situación, pero el solo hecho de que hayan hecho lugar a la denuncia es indicativo de cómo la Iglesia – aún separada del estado – sigue manteniendo en algunos países  el poder de marcarle a la sociedad qué cosas son permitidas y cuales no.