El martes pasado fue 27 de junio y se cumplieron 44 años de que la Fuerzas Armadas y el Presidente Bordaberry disolvieran el parlamento, cumpliendo la última etapa del golpe de estado que daría inicio la infame y triste dictadura cívico-militar, que ha marcado y seguirá marcando a fuego la memoria de los uruguayos durante mucho tiempo. Yo no recuerdo que en los 60 o los 70 , – o sea 30 o 40 años después de la dictadura de Terra y algo menos de la de Baldomir – se siguiera hablando de ellas con la intensidad que se sigue haciendo hoy con la que iniciara Bordaberry, que además es una referencia ineludible en nuestra historia reciente. Fue un dictadura diferente a todas las demás, seguramente de lo peor que se experimentó en el siglo XX en Uruguay.
Por eso me pareció adecuado hacer un post sobre mis vivencias de aquella época. No pretendo hacer una historia sobre el golpe de estado, para eso están los historiadores. Simplemente quiero contar un poco como vivió toda esta etapa un joven de 18 años, sin contactos con la política militante, aunque atento a lo que pasaba. Por supuesto, una persona muy distinta a la que es hoy este Salmón.
No fui de los más afectados por la dictadura. Quiero decir, no estuve preso, ni sufrí tortura, exilio o persecución de ningún tipo, ni tampoco nada de ello le ocurrió a mis familiares más cercanos. Eso no quiere decir que la dictadura no me haya afectado; sentí la falta de libertad, la represión, el miedo; tuve amigos y compañeros a los que les pasaron cosas terribles (presos, exiliados, desaparecidos). Y también sentí un gran vacío, una gran nada, ya que para un joven de entonces no había demasiadas posibilidades de ocupar el tiempo en actividades gratificantes, más allá del estudio o el trabajo (y en ocasiones ni eso). Comparo con la f Lee el resto de esta entrada →